Cara a cara con el miedo es uno de los mejores libros que puedo recomendar a cualquier persona que quiera sanar sus relaciones de pareja.
Acostumbramos a tener mucho miedo en nuestras relaciones de pareja. Nos sentimos inseguros y no nos relacionamos con fluidez, incluso acabamos deteriorando la relación con nuestros comportamientos.
De la codependencia a la libertad es un libro escrito por el psiquiatra Thomas Trobe, más conocido como Krishnananda.
En él nos explica cómo sanar nuestras relaciones de pareja a partir de su experiencia personal y profesional en los talleres que realiza con su mujer Amana desde 1995.
Mapa para sanar nuestras heridas
Krishnananda describe el viaje que debemos hacer para sanar nuestras heridas en tres capas.
Capa de protección.
Capa de vulnerabilidad.
Núcleo del ser.
La primera capa, la más externa y donde se encuentran la mayoría de personas, es la capa de protección.
Una vez traspasamos esa capa llegamos a nuestra Vulnerabilidad, que es donde reside nuestro niño interior herido y asustado.
Y terminamos este viaje en el núcleo de nuestro ser, donde encontramos un espacio de silencio.
Capa de Protección
Cuando vivimos desde nuestra capa de protección, actuamos desde un rol o una imagen idealizada de nosotros con el fin de proteger a nuestro niño interior.
Nos identificamos con papeles como: víctimas o desvalidos, fuertes, interesantes, seductores, protagonistas, poderosos, temerosos, bromistas, etc.
La mayoría de personas no son conscientes de que sus actitudes y comportamientos están ocultando sentir el miedo o el dolor de su niño interior herido.
También nos protegemos de sentir dolor: con la acción, la distracción, el pensamiento, el sexo, la comida u otros hábitos.
Capa de Vulnerabilidad
Según nos dice Krishnananda en su libro Cara a cara con el miedo, la capa de vulnerabilidad es donde residen los sentimientos de traición, dolor, ira y desesperación. Pero estos sentimientos están tapados por una capa de vergüenza y shock.
Si no respetaron nuestra vulnerabilidad, crecimos creyendo que hay algo esencialmente malo en nosotros y para no sentir todos esos sentimientos nos fuimos a la capa de protección.
También tenemos el dolor de haber sido abandonados o privados de la fuente de amor. Lo que se ha transformado en un miedo tremendo a ser privados de esa fuente.
Es el mismo miedo que sentimos a que nuestra pareja nos deje.
Núcleo del Ser
El núcleo del ser es un espacio de silencio, compasión y aceptación de la vida donde podemos entregarnos .Donde sentimos confianza y soltamos los roles o comportamientos que encubren nuestro miedo.
Sin duda, para Krishnananda, la meditación es una de las herramientas que más recomienda para darnos cuenta de nuestros mecanismos de protección y tomar conciencia de nuestros miedos y heridas.
La meditación es una herramienta poderosa para tu crecimiento personal.
¿Cuáles son los miedos del niño interior?
Nuestro niño interior está muy asustado. Tiene miedo:
Al rechazo y al abandono.
A la falta de espacio o ser ignorado.
Al abuso.
A la presión y las expectativas.
Esos miedos se originan en vivencias de nuestra infancia que condicionan nuestras relaciones actuales, siendo las de pareja donde afloran con más facilidad e intensidad.
¿Qué necesitamos de pequeños para tener buena autoestima?
El desarrollo de nuestra personalidad y autoestima se basa principalmente en la presencia de algunos ingredientes necesarios en nuestra infancia como:
Sentir amor y protección.
Aceptación total por ser.
Validación.
Aprobación.
Inspiración.
Amor tierno e incondicional.
Cuando por algún motivo, alguna de estas necesidades no fueron cubiertas, se instala en nuestro niño interior un miedo profundo a no poder satisfacer sus necesidades básicas.
Sin embargo, no somos conscientes del miedo porque estamos evitando conectar con él mediante estrategias y manipulaciones.
No somos conscientes del miedo porque estamos evitando conectar con él mediante estrategias y manipulaciones.
Recordemos que esos sentimientos residen en nuestra capa de vulnerabilidad, pero como todas esas compensaciones para no sentir el miedo se han vuelto inconscientes, necesitamos hacer un trabajo profundo para ir quitando todas las capas que hemos ido poniendo encima.
El origen de la exigencia en pareja
Cuando no tenemos lo que queremos, reaccionamos y exigimos. Pero en ese momento, es nuestro niño herido quien nos domina, porque está lleno de ira por no tener lo que quiere.
En el fondo, tenemos miedo, porque nuestro niño interior teme no conseguir lo que necesita, y en lugar de expresarlo, reaccionamos.
Algunas exigencias comunes en las relaciones de pareja son:
¿Por qué no contestas mis mensajes?
o…
!Necesito espacio, no me presiones!
Pero en el fondo hay un niño que tiene mucho miedo.
El escenario se complica aún más, cuando las necesidades de ambas personas son incompatibles y ninguno siente que está cubriendo sus necesidades.
Estamos tan ciegos de nuestras necesidades y miedos, que hemos normalizado exigir atención a nuestra pareja y reaccionar. Incluso nos sentimos con derecho de hacerlo.
Dejar de exigir
Para salir de nuestras exigencias y reacciones necesitamos darnos cuenta de nuestras expectativas.
¿Y cómo darte cuenta?
Por un lado, puedes darte cuenta cuando te sientas decepcionado. Te puede ayudar a observar cuándo estás culpabilizando al otro, aislándote o resignándote.
Por otro lado, observa qué expectativas hay detrás de tus juicios, pero para ello primero debes ser consciente de cuándo estás juzgando, ya que estamos muy acostumbrados a hacer juicios y no los reconocemos como tal y las implicaciones que éstas tienen.
Por último, si te ves culpando al otro, toma conciencia de qué expectativa estás poniendo en él.
Por ejemplo, cuando no nos escuchan o no nos prestan esa ayuda que esperábamos, nos decepcionamos con la otra persona y cargamos contra ella con toda la carga emocional del pasado.
En lugar de reaccionar contra la otra persona, observa qué expectativas estás depositando en ella.
Estrategias para conseguir atención
Para conseguir lo que queremos utilizamos varias estrategias con el fin de hacer cambiar a la otra persona. Estas estrategias las aprendimos de experiencias pasadas.
Vamos a ver las estrategias que encontramos en el libro Cara a cara con el miedo.
El martillo
Usamos el martillo para intimidar y dominar a la otra persona y así conseguir lo que queremos.
El gancho
Manipulamos para controlar a la otra persona a través del engaño. En el caso que la otra persona se dé cuenta del engaño, se alejará o se enfadará y nuestro niño interior se sentirá más abandonado y asustado.
El cuchillo, la venganza
Esta estrategia consiste en ocultar nuestro dolor cuando alguien nos hace daño, aparentando que no nos importa. Aún así, en nuestro interior no estaremos tranquilos hasta que no hayamos devuelto el daño.
Lo que alimenta la venganza es el resentimiento, que puede salir en forma de chismorreo, juicios o sarcasmo.
El plato de la limosna
Suplicar para conseguir lo que queremos es convertirnos en mendigos emocionales. Nunca debemos caer en tal vergüenza y humillación.
El plato de la limosna volcado
Se refiere a resignarse y retirarnos a nuestra cueva.
En lugar de expresar a la otra persona nuestro dolor o expectativas, nos aislamos y nos retiramos a ese lugar solitario, pero conocido.
Es necesario comprender que cada vez que empleamos una de estas estrategias, estamos alejando a la otra persona.
¿Cuál es la estrategia que más utilizas?
Invadir y sentirte invadido
Después de ver estas estrategias para conseguir lo que queremos podemos deducir que estamos invadiendo y siendo invadidos constantemente.
Invadimos a otras personas para conseguir lo que queremos, convencidos de que “o comes o te comen”.
Permitimos ser invadidos porque tenemos miedo de que si priorizamos nuestra necesidad, el otro se enfadará o se marchará.
En realidad no nos damos cuenta de estas dinámicas, sobre todo cuando somos nosotros los que invadimos. A nuestro niño herido no le importan los límites, ni los propios, ni los de los demás. La causa es que durante la infancia tampoco se respetaron los suyos.
La necesidad de poner límites
Necesitamos aprender a respetarnos poniendo límites, pero antes tenemos que ser conscientes de nuestras proyecciones y responsabilizarnos de ellas.
Para poner límites, primero debemos reconocer el ataque y sentir las emociones que surgen cuando nos hemos sentido atacados o invadidos.
Y por último, debemos fijar límites con firmeza y vulnerabilidad. Nuestro auténtico poder viene de confiar y permitirnos ser vulnerables, sabiendo lo que necesitamos y lo que sentimos.
También debemos aprender el arte de respetar el espacio y las necesidades del otro, y al mismo tiempo ser sensibles con las nuestras.
Nuestra falta de conciencia y sensibilidad hacia los demás ocurre porque nuestro niño herido y asustado está totalmente centrado en su propia supervivencia.
Invadimos los límites del otro cuando:
No le escuchamos cuando nos habla.
Cuando no cumplimos con los acuerdos.
Cuando hacemos esperar a alguien.
Cuando no devolvemos un libro sin que tengan que recordárnoslo, etc.
Lo cierto, es que no queremos ver nuestra insensibilidad porque tenemos miedo de sentirnos mal con nosotros mismos.
Recuerda que poner límites de forma clara no es algo reactivo, sino una manera de respetarte desde un lugar centrado en ti mismo.
Podemos diferenciar dos tipos de personas en la forma de relacionarse, las personas dependientes y las antidependientes.
Estas últimas son personas que no están emocionalmente disponibles. Desconfían de todo y de todos. Tienen miedo a ser controlados o manipulados.
Viven con lo justo y necesario. Sus dioses son la soledad, la libertad y la meditación. Pero estos dioses son un autoengaño, porque están encubriendo su necesidad de ser tocado.
Sienten Tiene gran pavor a volverse dependiente y perder el control que tanto se esfuerza en tener.
Dicen frases como:
“Me valgo por mí mismo”
“No necesito a nadie para ser feliz”
“Para qué meterme en una relación si acabará decepcionandome”
En realidad, esta desconfianza solo oculta el miedo a tener pareja y revivir sus heridas del pasado.
Dependiente emocional
La persona dependiente emocionalmente en cambio, se pierde en el otro con facilidad. Su miedo al rechazo es tan grande, que está excesivamente pendiente del otro. Esto provoca que no sepa qué siente o qué necesita.
La casa del dependiente tiene luces tenues, cojines, flores, lámparas de olor, etc. La persona dependiente siempre necesita estar en contacto con el otro y tener intimidad. Sin embargo, esto es un autoengaño, ya que ese amor y esa intimidad no es real, porque proviene del miedo a que nadie le ame.
Pueden aguantar cualquier cosa antes que sentirse solos.
Una cosa es clara, y es que tanto el miedo del dependiente a la soledad, como el miedo del antidependiente a la intimidad, ambos pueden sabotear la relación.
Tanto el miedo del dependiente a la soledad, como el miedo del antidependiente a la intimidad pueden sabotear la relación
Y justamente, estas dos personas se atraen, ya que a un nivel inconsciente cada una anhela la parte que tiene el otro.
Fuentes del miedo
En el libro De la codependencia a la libertad se habla mucho del miedo. Vamos a ver las tres fuentes de este miedo que indica Krishnananda.
Una de ellas, es la vergüenza. Ese estado en el que nos sentimos defectuosos o que nos falta algo. La vergüenza nos hace desconfiar de nuestros sentimientos, lo que nos hará perder la capacidad de sentirnos y expresarnos.
Los niños necesitan un espejo positivo para desarrollar su confianza y amor propio. Cuando en lugar de apoyarnos y reafirmarnos por como somos, nos dicen cómo debemos ser y nos encorsetan con expectativas o proyecciones suyas, nos volvemos inseguros y retraídos. O todo lo contrario, nos montamos un personaje para aparentar seguridad y sentirnos así protegidos.
El Shock
Otra de las fuentes del miedo, es el shock. Cuando entramos en este estado, nos congelamos, entramos en pánico y no podemos reaccionar.
No puedes sentir, no puedes moverte, no puedes hablar ni pensar. Casi todos nos hemos sentido así en algún momento.
Ante el miedo al abandono o rechazo, nos quedamos en shock sin poder reaccionar. El shock también es el causante de que seamos incapaces de sentir y expresar nuestros sentimientos o ideas.
La parálisis o la incapacidad que revivimos cada vez que entramos en shock se originó en algún momento de nuestra infancia al ser víctimas de:
Hostilidad.
Juicios o críticas.
Presión.
Rechazo.
Pérdida profunda o abandono.
También son causas del shock los mensajes contradictorios por parte de nuestros mayores o cuando hemos estado en presencia de comportamientos impredecibles, irracionales o histéricos de personas que estaban en nuestro entorno.
Cuando entras en shock solo puedes aceptarlo. Sin embargo, necesitas hacer un trabajo profundo para sanarlo. Necesitas desarrollar tres habilidades:
Una, ser consciente de tus máscaras y automatismos que sirven para evitar sentir el miedo.
Otra, es observar y sentir el miedo o cualquier indicador que te haga entrar en vergüenza o shock.
Y por último, necesitas dejar que afloren las emociones que subyacen bajo el shock en un entorno seguro como es la psicoterapia.
Sentirse abandonado
El principal miedo y la causa de nuestra codependencia en la relación de pareja es el miedo a ser abandonados o rechazados.
Este es el motivo por el cual tenemos tanta dificultad en abrirnos a otra persona. Queremos tener la seguridad que al hacerlo, no nos abandonará. De hecho, algunas personas esperan a que el otro se abra primero para sentirse más seguros y poder abrirse.
Tu miedo al abandono viene de haber vivido alguna experiencia de abandono en tu infancia.
Por ejemplo, si el trabajo de nuestro padre o nuestra madre exigía que se ausentara de casa durante unos días, podemos haber desarrollado un miedo a ser abandonados, porque no sabíamos si iba a volver.
Para entender esta experiencia debemos ponernos en la piel de un niño que aún es dependiente.
Siempre estamos proyectando en la pareja nuestras necesidades no cubiertas y paradójicamente, en ocasiones acabamos reviviendo nuestra herida de abandono.
O nos esforzamos tratando de evitar la intimidad con alguien por miedo a reabrir esa herida.
La única manera de sanar la herida de abandono es experimentar conscientemente nuestra vivencia original de abandono. A veces, una ruptura de pareja nos reabre esa herida y tenemos la oportunidad de sanarla. Con todo, será necesario hacer un trabajo terapéutico para sanarla.
Meditación
Krishnananda nos indica en su libro Cara a cara con el miedo que desarrollar nuestro observador interno a través de la meditación nos ayuda a manejar nuestras heridas y evitar caer en reacciones o comportamientos compensatorios ante el miedo.
Vamos a ver algunas de las compensaciones más comunes.
Compensaciones del miedo
Para evitar confrontaciones o suavizar su entorno, el niño interior se muestra complaciente y trata de no crear problemas.
Controlamos al otro ayudando o usando nuestro poder para dominarlo y así tener la situación bajo control, ya que tenemos miedo de que si no lo hacemos algo terrible sucederá.
Algunas personas viven luchando y rebelándose contra todo y contra todos. Estas personas expresan la ira del niño herido, pero al hacerlo de forma reactiva, no son conscientes del dolor y el miedo que esconde debajo.
Otras personas deciden encerrarse o retirarse porque sienten el mundo demasiado peligroso. Y acaban creyendo que su soledad es una salida mejor, pero con el tiempo acaban desnutridos a causa de la falta de contacto con otras personas.
Proyección psicológica
Krishnananda dedica una parte de su libro Cara a cara con el miedo a las proyecciones, entendiendo éstas como un mecanismo de defensa que atribuye a otras personas o situaciones, atributos propios no aceptados o de situaciones anteriores.
Las proyecciones encubren nuestro miedo, nuestras expectativas y nuestras carencias.
Hasta que no hayamos trabajado nuestras heridas del pasado con nuestros padres, seguiremos atrayendo personas, que de alguna manera reabrirán esas heridas.
Nuestro niño interior proyecta en la otra persona al padre bueno y al padre malo. Cuando vemos al primero estamos felices, pero cuando vemos al padre malo, nos enfadamos o nos sentimos tristes.
El niño que llevamos dentro también quiere rebelarse contra ese padre o madre para comprobar sus límites y ver si le ama realmente. Esta dinámica la proyectamos con nuestros amigos, la pareja o figuras de autoridad.
Otra de las proyecciones en las que nos quedamos encallados es la de relacionarnos desde un rol. Hay 4 roles principales que asumimos en nuestras relaciones:
Padre ayudador y controlador.
Padre que rechaza y fija límites.
Hijo necesitado y obediente.
Hijo rebelde y conflictivo.
Por un lado, está el rol del padre que ayuda y controla o el del padre que rechaza y fija límites.
Y por otro lado, también actuamos desde el rol del hijo necesitado y obediente o por el contrario nos relacionamos desde el niño rebelde y conflictivo.
La venganza es otra de las proyecciones peligrosas que empleamos en nuestras relaciones. Dado el nivel de ira y resentimiento que llevamos dentro por ser heridos, descargamos inconscientemente toda esa energía con cualquiera que reabra nuestras heridas.
Proyectamos en las demás personas las partes de nosotros que no son vividas. Tanto para lo positivo,como para lo negativo. Por ejemplo, admiramos a una persona por su tenacidad, porque consideramos que nosotros no tenemos esa cualidad. O criticamos a alguien porque es el centro de atención, cuando a nosotros nos gustaría tener más atención por parte de los demás.
Siempre que estemos perdidos en alguna de nuestras proyecciones (y es casi todo el tiempo) no estamos viendo la realidad de lo que está sucediendo, sino que nuestro niño herido está reviviendo la herida y reacciona automáticamente.
De la codependencia a la libertad
¿Qué podemos hacer entonces para salir de nuestra codependencia y lograr tener mejores relaciones?
Debemos enfrentarnos a nuestra soledad. Si estamos con alguien para evitar el vacío y el sentimiento de soledad, la relación no funcionará, porque estamos utilizando la relación para huir de nosotros mismos.
Por otro lado, debemos aceptar el dolor y el miedo de nuestro niño herido y comprender que nadie podrá cubrir las necesidades que no fueron cubiertas.
Y por último, soltar nuestras estrategias de control y ser conscientes de nuestras proyecciones. Abrirnos a la inseguridad y al miedo de no conseguir lo que queremos y confiar en que la vida nos proporcionará aquello que necesitamos.
Solo así podemos traer el verdadero amor a nuestras vidas.
Cara a cara con el miedo
Krishnananda nos aconseja pedir ayuda para sanar nuestra codependencia. La mirada y la experiencia de un terapeuta profesional puede ayudarnos a transitar nuestros miedos y ser conscientes de nuestras proyecciones y estrategias que nos impiden tener relaciones sanas.
El viaje hacia nuestro ser esencial, hacia un lugar de paz y amor, implica conectar con emociones y vivencias de nuestra infancia que hoy en día condicionan nuestra forma de ser y de relacionarnos.
Son emociones que han quedado enterradas en nuestro inconsciente. A medida que íbamos creciendo, iban quedando atrás y con el tiempo han ido formando parte de nosotros.
Un niño o una niña llama la atención llorando, montando un berrinche o insistiendo. Algunas personas adultas llaman la atención de otras maneras. Por ejemplo, algo que ocurre hoy en día, es poner fotos fotos en sus redes para llamar la atención de su pareja o su ex pareja, hacen el vacío o provocan conflictos. Estos juegos impulsados por el miedo casi siempre, llevan a situaciones desagradables para ambos.
Esto se hace porque a veces la persona no es consciente de lo que siente. Simplemente actúa. Pero, ¿qué tal si te quedas en silencio y conectas con lo que te está pasando?
Guarda silencio y escúchate
En lugar de reaccionar, qué tal si sostienes tu emoción, y quizás entonces, en lugar de entrar en juegos dañinos para ambos, puedes actuar de una forma más amable para los dos.
Puedes hacerte las siguientes preguntas:
¿Qué estoy sintiendo?
¿Por qué he reaccionado así?
¿Siempre reacciono de la misma manera en situaciones similares?
Debemos entender que lo que nos sucede con nuestra pareja es la punta del iceberg.
Lo que te sucede en pareja es la punta del iceberg.
Esta punta del iceberg es lo que vemos ahora, pero no somos conscientes que somos movidos por el resto del iceberg, el cual no vemos. Esta parte oculta, es nuestra historia. Todo lo que hemos vivido y cómo lo hemos vivido está inscrito en nuestras células.
Si meditamos, hacemos introspección o buscamos ayuda personalizada, podemos dejar atrás los patrones que nos llevan a tener relaciones donde sufrimos o no son satisfactorias.
Cuando hacemos este trabajo personal, nuestra percepción cambia y en consecuencia también actuamos de forma diferente, lo que nos puede llevar a tener otro tipo de relaciones. Porque debemos saber que el otro no es el responsable de todo, ya que una relación de pareja se crea entre dos personas.
La relación es cosa de dos.
Y este ha sido Cara a cara con el miedo. De la codependencia a la libertad, escrito por Krishnananda. Es un gran libro, te recomiendo que lo consigas, lo leas y lo vuelvas a leer, porque tiene auténticas joyas.
Esta ventanita confirma que en esa página usamos Cookies. Estas galletitas nos ayudan a mejorar la experiencia de navegación.AceptoLeer más
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.