Constelaciones Familiares de pareja
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El ingrediente básico para crear una relación de pareja es el amor. Sin amor, no hay relación de pareja. El acto de amor más grande que puedes hacer a tu pareja, es aceptarla tal como es. Amarla con todo lo que es, con sus orígenes y su destino.
Otro elemento fundamental en las relaciones de pareja, es el vínculo. El vínculo es la unión invisible que hay entre las dos personas. Es importante saber cómo te vinculas y qué calidad tiene el vínculo.
Otro factor en el vínculo afectivo, es la calidad de éste. ¿Sientes que tenéis un vínculo fuerte? ¿O sientes que está flojo? ¿Es un vínculo con amor? ¿O es conflictivo?
El vínculo se construye. Se va creando entre los dos integrantes de la relación y dependiendo cómo lo vayáis haciendo, la relación irá hacia un lugar o hacia otro.
Cuando se encuentran dos personas con su niño herido, ven al otro como la salvación a sus anhelos y carencias, creando así una relación de codependencia. Inconscientemente cargan al otro con todo ese paquete. Es como si dijeran:
“Hazte cargo de mi. Satisface todos mis anhelos y mis carencias. Cuídame. Complétame”.
Debes hacerte cargo de tus emociones, de tus actos y no cargar al otro con tu mochila. De la misma manera que no debes cargar tú con la suya.
Este punto es uno de los más difíciles en las personas. Parece que nos cuesta responsabilizarnos de nuestros asuntos. Muchas veces culpamos al otro sin mirar qué hemos hecho nosotros o cuál es nuestra parte de responsabilidad. Aquello de… pelotas fuera y el otro siempre es el culpable.
Este comportamiento te infantiliza y deteriora tus relaciones.
Responsabilizarte requiere de autoobservación y poder responder ante las situaciones de maneras saludables para la relación.
Dos personas íntegras y maduras no necesitan al otro para vivir su vida felizmente. Sin embargo, deciden estar juntos porque se quieren, la relación les nutre y les hace evolucionar en su crecimiento personal.
Estas parejas prefieren el “nosotros” al “yo”. Forman un equipo en el que toman las decisiones en conjunto. Tienen en cuenta lo que siente o dice el otro y crean pactos con el fin de crear una buena convivencia/relación.
Lamentablemente, muchas veces pensamos en nosotros mismos. Los niños quieren que estemos pendientes de ellos todo el tiempo, pero, ¿sabes qué? Ya no eres un niño/a.
Para poder tener una relación sana, debemos aceptar al otro tal y como es. Con sus más y sus menos. Con sus luces y sus sombras. Cuando aceptas a tu pareja, respetas cómo es, le comprendes, empatizas y eres compasivo (no confundir con sentir lástima) con ella en los momentos difíciles para ella.
La mayoría de las personas no aceptan aspectos de su pareja y esto los mantiene en una lucha interna, que muchas veces, se convierte en relaciones difíciles o simplemente se rompen.
Obviamente, no tenemos que aceptar a cualquier persona si su comportamiento hacia nosotros no es de respeto y amor. Y aunque esté trillado decirlo, ten presente que nadie es perfecto, inclusive tú. Todos lo sabemos, pero parece que llevarlo a la práctica es más difícil que decirlo.
Si hay algo que te molesta de tu pareja, observa qué sientes, pon el foco en ti y cómo es en ti eso que rechazas de tu pareja. ¿Con qué te conecta ese aspecto que rechazas de tu pareja?
¿Cómo sería aceptar eso que te molesta?
¿Es tan grave como para no aceptarlo?
¿Qué sensación tienes cuando lo aceptas?
Una pareja es un encuentro entre iguales. En consecuencia, es necesario que los dos den y que los dos tomen, y es este intercambio lo que mantiene a la pareja viva y lo que le hace crecer y florecer.
Te invito a ver el resumen del libro de Joan Garriga El Buen amor en la pareja.
Cuanto más intercambieis, más se nutrirá vuestra relación y más se fortalecerá el vínculo que os une.
Si eres de esas personas que lo dan todo, que ya en el noviazgo, cada vez que os véis, le das una sorpresa, pagas tú siempre o le compras regalos y el otro sólo recibe, se va a sentir en deuda. Y quizás no pueda (o no quiera) darte más de lo que te da. Esta dinámica creará fricciones en la relación. Si das más te posicionas por encima del otro y seguramente no seas consciente de esto, pero es necesario que lo veas y ajustes lo que das con lo que recibes del otro.
Desde el enfoque sistémico, tenemos que dar prioridad a nuestra pareja, luego a los hijos de la misma y después a nuestra familia de orígen. Esto lo explico bien en el artículo Qué son las constelaciones familiares.
Un chico que acudía a mi cuando tenía dudas en su relación, me explicaba que su chica vivía en casa de sus padres y no podía quedarse a dormir con él, ni llegar tarde a casa, porque sus padres no se lo permitían. Se preocupaban. Esta mujer tenía 40 años. Aún no había salido del nido y si sigue así, jamás podrá tener una relación de pareja madura.
Si haces más caso a tus padres que a tu pareja, si aún sigues sus mandatos, te irá bien tomar la energía típica de la adolescencia que empuja a los jóvenes a independizarse de sus padres y salir al mundo a relacionarse con sus iguales.
Construye tu nido y deja a tus padres en el suyo.
Todos tenemos nuestro mapa mental creado por nuestras experiencias. Pones tu mapa en juego todo el tiempo. Todo lo ves desde ese prisma. ¿Y cuál es tu mapa? Ah! Pues eso es lo que tienes que aprender. La única forma de saber cuál es tu mapa, es conociéndote. Y eso, es un proceso que dura toda la vida.
Que tú hayas sentido o percibido algo de una manera determinada, no quiere decir que haya sido así. Es como si llevaras unas gafas con tu mapa en los cristales. ¿Qué crees que vas a ver? ¡Pues tu mapa! Y tu mapa no es el territorio.
¿Por qué es importante hablar de esto? Pues porque muchos, pero muchos de los conflictos en las relaciones personales, ya no solo de pareja, ocurren por este motivo. Las interpretaciones dan lugar a malentendidos y éstos, a conflictos.
Un ejemplo. Tu pareja te dice que no puede acompañarte a ese evento que tienes que ir porque tiene trabajo que hacer (TERRITORIO). Y tú, en lugar de comprender que es importante para él, puedes interpretar que no le importas (TU MAPA). Teniendo esta sensación, no te vas a sentir muy bien y la manera en cómo gestiones tu vivencia será importante para la calidad de la relación.
Las parejas que tienen un proyecto común tienen más posibilidades de funcionar a largo plazo que las que van a la deriva creyendo que el amor todo lo puede.
El proyecto común es la fuerza que os impulsará a seguir adelante en el día a día para llevar a cabo ese proyecto juntos. En los momentos difíciles, tener en cuenta el proyecto común nos dará la fuerza para gestionar las crisis de la mejor manera posible.
Definir un proyecto común supone establecer un compromiso entre las dos personas para compartir la vida juntos.
El tuyo, el de tu pareja y el proyecto común. La coexistencia entre los proyectos de cada uno y el compartido, será clave para la estabilidad y duración de la relación de pareja.
El miedo al compromiso es otra de las dificultades que puedes encontrarte para crear un proyecto común con tu pareja. Si no tienes el valor y/o la constancia de seguir los compromisos que os propongáis, váis a tener problemas en algún momento.
Los principales proyectos comunes tienen que ver con la vivienda, tener o no hijos, intereses personales, intereses profesionales y ocio. Estos proyectos sirven principalmente para nutrir la relación, para crecer los dos durante el camino y aportar cada uno al otro su amor.
En una relación de pareja, el proyecto común reactiva permanentemente el amor y el deseo.
Si estás en pareja, ¿ya habéis definido un proyecto de vida juntos? ¿Estáis regando el proyecto de manera equitativa?
Este apartado se refiere a la autoobservación, al desarrollo personal. Toda persona debería tomar conciencia de sí misma. El mejor recurso que conozco para tomar conciencia de mi mismo es la atención. Observar con atención lo que siento, lo que pienso y las sensaciones que tengo en mi cuerpo, sin pretender que sea de otra manera es la llave que abre la puerta de la conciencia misma sobre mi.
Sirve para amarte a ti mismo, para responsabilizarte de lo que quieres y lo que no quieres, lo que te hace bien y lo que te hace mal. Siendo consciente de ti, puedes responsabilizarte de tus actos o de lo que no haces en tu beneficio o perjuicio.
Es desde la conciencia que pueden darse los cambios. Si necesitas cambiar algún aspecto en tu vida, primero debes tomar conciencia de qué estás haciendo o qué no estás haciendo para estar en la situación actual.
Una buena manera de tomar conciencia de ti mismo/a es el acompañamiento terapéutico con un profesional que también esté implicado en su desarrollo personal.
¿Cómo es tu relación de pareja según la mirada sistémica?
¿Qué puntos tenéis fuertes?
¿Has encontrado algún punto en el que tenéis que poner un poquito más de vuestra parte?
¿Hay algo de lo que te hayas dado cuenta?
Si después de leer el artículo crees que te gustaría mejorar tu relación de pareja, te invito a ver el Curso ArqueTipos de Pareja que he creado para que lo consigas.
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